Aunque sientas el cansancio; aunque el triunfo te abandone; aunque un error te lastime; aunque un negocio se quiebre; aunque una traición te hiera; aunque una ilusión se apague; aunque el dolor queme los ojos; aunque ignoren tus esfuerzos; aunque la ingratitud sea la paga; aunque la incomprensión corte tu risa; aunque todo parezca nada; ¡VUELVE A EMPEZAR!

No juzguemos, de eso se encargará Dios

Dios quiere que comencemos a pensar en la comprensión y el amor por los demás y no tanto por la justicia ya que El es quién se encarga de eso।
“No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad y seréis perdonados… ¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”. Lucas 6:37.41

Una de las cosas que el ser humano hace más rápido, es juzgar a los demás. Es interesante que Jesús está hablando a los discípulos y la multitud y a ellos es a quienes les dice que no juzguen. Lo hace porque esto es algo que no nos corresponde a nosotros. Dice Jesús en Juan 8:15 “Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre”.

Nuestra carne juzga según intereses propios o extraños. Nadie puede conocer el corazón y las intenciones, por eso ningún tribunal juzga intenciones, sino hechos. Dios quiere que comencemos a pensar en la comprensión y el amor por los demás y no tanto por la justicia ya que El es quién se encarga de eso. Dios está promoviendo la actitud de prudencia. Jesús mismo dice en Juan 12:47-48 “el que oye mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quién le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero”.

Aquí no es cuestión de lo que pensamos, según nos parece, o de acuerdo a lo que sentimos, muchas veces las emociones nos hacen equivocar en nuestras apreciaciones. Pero la Palabra que Jesús nos ha hablado está escrita. Jesús debe ser nuestro ejemplo El no vino a juzgar, vino a salvar. Si nosotros pensaríamos así, seríamos parte de la solución y no parte del problema, enfrentaríamos las cosas buscando solucionarlas y no buscando condenar a los otros.

Dice Dios en la carta de Santiago 4:12 “Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro? Una de las cosas que he aprendido en el ministerio es que cuando alguien piensa mal de otro es porque en su mente es culpable de lo mismo. Dios quiere que miremos para adentro, que nos examinemos a nosotros mismos, veamos lo que tenemos que corregir y lo corrijamos.

¡Señor ayúdame a examinarme a mí mismo a cada momento antes de señalar a otros!

Dr. Daniel L. Bustamante

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