Agradezco a los árboles sus sombras
la protección delgada de sus troncos
Al banco la amistad de su respaldo
y a los faroles su bombilla rota
Agradezco a las calles sus esquinas
sus rincones obscuros como nidos
sus portales sin nadie, resguardados
de la lluvia y el viento y las miradas
Agradezco a los cines sus butacas
su obscuridad amiga de los labios
y a la tarde su luz porque se marcha
para que venga el beso y el abrazo
Ciudad donde yo amé, ya tiempo y tiempo
ha pasado de aquel beso primero
Hoy te agradezco todos tus paseos
tus calles y tus plazas, tus travías,
tus barrios pobres, cómplices de amor,
toda tu obscuridad amada y triste
donde ha nacido, sin embargo, el beso
largo y contínuo en el que vivo ahora
Autor: Francisco Arias Solis
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