Padre Nuestro que estás en el bosque,
en el mar, en el desierto y en la ciudad.
Santificada sea tu creación,
pletórica de desarrollo, fuerza y vida.
Venga a nosotros tu sabiduría,
para proteger y desarrollar la belleza que nos has dado,
que está en la flor y el arco iris, en el agua,
y en la fértil madre tierra, en el cálido aliento del sol.
Y en la fresca oscuridad del descanso.
Hágase Señor tu voluntad,
para que seamos personas humanas
que tu imagen y semejanza, los que asumamos el reto,
de mantener el proceso vital de tu creación.
Danos hoy el verdor de cada día,
en el prado y en el monte,
en el jardín y en la tierra que agoniza.
Perdona nuestra irresponsabilidad,
al no cuidar lo que nos has dado,
como nosotros, por el amor,
perdónanos a los contaminadores.
Y les instamos con vehemecia a que abandonen
su trabajo de destrucción.
Y no nos dejes caer en la desertización,
que a la muerte conduce,
que niega tu obra y aniquila la vida
y líbranos del conformismo,
para que se trasformen nuestras vidas,
en fuerza dinámica, que reproduce la vida,
Amén
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