Desposeída de LUZ sobrenatural, la mente humana quedó ciega y cerrada a las realidades sobrenaturales (”Tiene ojos y no ve”), necia (“Esta misma noche te pedirán el alma, y todo lo que has acumulado, ¿para quién será?), y “torpe y tarde para entender (Hech. 7,51): “Enfermedad del entendimiento que causó en el ser humano la ignorancia aun de las cosas necesarias a la conservación de la vida, la fatuidad y rudeza de entendimiento, la dificultad en adquirir las ciencias, la debilidad y levedad del ánimo, la continua vagueación de la mente, y el atender a las cosas vanas y livianas con antelación a las más útiles, importantes, y aun necesarias” (“Compendio Moral Salmaticense”, Marcos de Santa Teresa, 1805).
A raíz de esta “ceguera”, en vez de orientarse hacia la Verdad, y anhelar a Dios y a las cosas de Dios, el hombre, descentrado de sí mismo y del supremo anhelo de Dios, ahora codicia los bienes del MUNDO y ambiciona TENER MAS y cosas distintas de lo que Dios le ha otorgado, incluso lo que pertenece a otros. “Perdido, en efecto, el termómetro de la conciencia, perdido el sentido del pecado, el hombre rompe consigo mismo y huye de una realidad que le agobia y deprime, porque no sabe encontrarle explicación. No basta, en efecto, un conocimiento de la verdad para obrar rectamente; es necesaria la presencia de las virtudes que actualicen esos buenos deseos y hagan real la acción, sacándola del mero plano ideal” (Mons. Juan Luís Cipriani Thorne, “La Reconciliación con uno mismo”). Lo que prueba la íntima unidad que existe entre la acción y la contemplación, “la cual hace volver al ser humano al centro de su existencia, allí en donde el hombre no es una incógnita, sino un misterio, en el que está vitalmente comprometido” (Gabriel Marcel).
Pbr. Antonio Lootens Impens
C.E.P.C.***** E-mail: contacto@papadiostv.net ****** COLOMBIA
A raíz de esta “ceguera”, en vez de orientarse hacia la Verdad, y anhelar a Dios y a las cosas de Dios, el hombre, descentrado de sí mismo y del supremo anhelo de Dios, ahora codicia los bienes del MUNDO y ambiciona TENER MAS y cosas distintas de lo que Dios le ha otorgado, incluso lo que pertenece a otros. “Perdido, en efecto, el termómetro de la conciencia, perdido el sentido del pecado, el hombre rompe consigo mismo y huye de una realidad que le agobia y deprime, porque no sabe encontrarle explicación. No basta, en efecto, un conocimiento de la verdad para obrar rectamente; es necesaria la presencia de las virtudes que actualicen esos buenos deseos y hagan real la acción, sacándola del mero plano ideal” (Mons. Juan Luís Cipriani Thorne, “La Reconciliación con uno mismo”). Lo que prueba la íntima unidad que existe entre la acción y la contemplación, “la cual hace volver al ser humano al centro de su existencia, allí en donde el hombre no es una incógnita, sino un misterio, en el que está vitalmente comprometido” (Gabriel Marcel).
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