Aunque sientas el cansancio; aunque el triunfo te abandone; aunque un error te lastime; aunque un negocio se quiebre; aunque una traición te hiera; aunque una ilusión se apague; aunque el dolor queme los ojos; aunque ignoren tus esfuerzos; aunque la ingratitud sea la paga; aunque la incomprensión corte tu risa; aunque todo parezca nada; ¡VUELVE A EMPEZAR!

LA RECOMPENSA DEL REY



Se dice que uno de los emperadores rusos solía disfrazarse de vagabundo y salir así de noche entre sus súbditos.

Una noche, después de ser rechazado en muchas casas, al fin encontró refugio en la miserable cama de un peón, y descansaba esa noche en una payasa de paja, comiendo del escaso pan duro del pobre trabajador.

Al día siguiente volvió con su escolta real y se detuvo frente a la puerta del trabajador.

El pobre hombre creía que su fin había llegado, pero con gran asombro vio que su soberano entró en su casa, le tomó de la mano agradeciéndole su bondad de la noche anterior y le colmó de recompensas y honores.

Así, algún día nuestro Rey volverá en gloria y majestad, y ante su gloria se deslumbrará el sol y las estrellas.

Felices seremos en aquel día si el que está sentado en el trono nos ve y extiende su mano en bienvenida, colocándonos a su lado en el trono, diciendo: «Fui forastero y me recogisteis; venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo».

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Para reflexionar


Piensa en los que no tienen qué comer cuando rechaces tu comida